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miércoles, 26 de octubre de 2011

Lo que asombra del PPC es su persistencia institucional al desacierto.

SERGIO TAPIA TAPIA Publicado en el diario la Razon el 20 de Octubre

El Partido Popular Cristiano (PPC) a sus 44 años de fundado está en vísperas de sustituir a su máximo líder. Transitó gran parte de su existencia bajo el liderazgo de Luis Fernán Bedoya Reyes (“El Tucán”), en los últimos años ensayó funcionar bajo Lourdes Celmira Flores Nano (“La Lulú”).

El PPC no ha dejado de ser un pequeño partido. Tres causas lo han limitado: Su naturaleza de partido político; su ideología demo-cristiana, y el nivel de sus liderazgos.

El pequeño partido no ha gobernado el país. Lo más cerca que estuvo fue en dos de los gobiernos de Acción Popular (1963 y 1980); porque en el tercero de ellos, el interinato del exdemocristiano Valentín Paniagua (2000), Acción Popular prefirió cogobernar con los “caviares”, con los que aún continúa como compañero de ruta.

El PPC no es un movimiento político-cultural, ni es multitudinario. No ha despertado adhesión masiva de los pueblos del Perú. Es un pequeño partido, un reducido grupo perteneciente al pequeño sector del país que se autocomplace de tener opinión ilustrada, pero ajena a los intereses y las necesidades de las mayorías nacionales.

El PPC se engendró en la Democracia Cristiana (DC), esa nefasta fusión de Catolicismo con Liberalismo, que en Sudamérica se transformó en socialismo por influencia de la teología de la liberación. Los democristianos de tendencia liberal optaron por fundar el PPC, con sensible ausencia de la doctrina social de la Iglesia.

Las mayorías nacionales son militantemente contrarias a los partidos y a la clase política. Por lo que se explica la constante orientación de votar por fugaces políticos, que no surgen de los partidos (Odría 1956, Belaunde 1963, Fujimori 1990, Toledo 2000 y Humala 2011).

El electorado peruano es pro-golpista, lo que explica el consenso favorable a los golpes de estado, sin importar su tendencia ideológica (Odría 1948, Pérez Godoy 1962, Velasco 1968, Morales Bermúdez 1975, Fujimori 1991 y la tentación Ollanta a lo largo de los últimos 10 años).

He conocido excepcionales personalidades de la DC y del PPC. Mi amistad con Rafael Cubas Vinatea y con Luis Giusti La Rosa me permitió conocer la trampa doctrinal de la DC, y las miserias y malas prácticas del PPC. Nunca dejé de admirar a ambos de mis amigos, por haber soportado el enrarecido ambiente político de la DC y del PPC.

Los dos líderes históricos, el Tucán y la Lulú, han sido sistemáticamente derrotados en cuanta elección presidencial se presentaron. El colmo fue Lourdes Flores, que perdió hasta para alcaldesa de Lima (2010), frente a una contrincante que es un cero a la “izquierda”.

Lo que asombra del PPC es su persistencia institucional al desacierto. Actualmente su bloque parlamentario se desgasta en oponerse a toda iniciativa del fujimorismo. No hay mayor desatino político, que quebrar la oposición democrática frente a un gobierno de izquierdas marxistas, presidido por Ollanta, que busca el extremo y el exceso cada vez que se pueda.



1 comentario:

Unknown dijo...

Solo un diario profujimorista como La Razon puede dar un espacio de opinión a este señor Tapia, facista, defensor de los violadores de derechos humanos y vinculados a grupos argentinos que defienden a neonazis. No solo es abogado de los marinos procesados por la matanza de El Frontón y el ex comandante Telmo Hurtado “Camión”, acusado de la matanza de Accomarca. Su labor poco conocida, sin embargo, va más allá del patrocinio legal en busca de la impunidad y se extiende a su militancia comprometida con causas religiosas conservadoras y agrupaciones ultrarradicales.

Parece que este señor, que postulo al congreso por el fujimorismo no solo llora por la herida de no ser elegido congresista sino que se prende de la bancada Pepecista frustrado seguro por proyectos de indulto para su líder el dictador o para conseguir un encarcelamiento domiciliario.
Tomemos nota este de antidemocrático personaje del fujimorismo que ocultándose en la pluma en un diario proautoritario descalifica a la democracia como sistema sino que reconoce que se identifica con gobiernos defactos.